27 mayo 2008

Cada gramo de coca consumido en Europa borra 4 metros de selva tropical




No son solo los miles y miles de muertos que ha dejado la guerra sangrienta contra el narcotráfico. No es solo la inmensa maquinaria ilegal diseñada para blanquear la riqueza de los narcos. No es solo la corrupción, el uso de recursos que podrían usarse para curar otros males. La producción de coca en los países suramericanos está derivando en un lento, sostenido y cada vez más inquietante proceso de devastación de las selvas tropicales --en muchos casos de la vital selva amazónica--, a tal punto que uno de los gobiernos más afectados, el de Colombia, ha decidido interpelar directamente a uno de los principales centros de la demanda, Europa, con el siguiente mensaje: cada gramo que se consume aquí conlleva la destrucción automática de cuatro metros de selva allá, en Suramérica. Así que piénsenlo bien.

"De nada sirve conducir un coche híbrido, reciclar la basura, consumir productos orgánicos de lunes a viernes si resulta que el sábado se consume cocaína", declaró esta semana el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, quien ha iniciado una gira por territorio europeo para difundir el mensaje. Las cifras que maneja el Gobierno son preocupantes: cerca de 2,2 millones de hectáreas de bosque colombiano han sido arrasadas para cultivar hoja de coca, una superficie equivalente a la que ocupa un país como Eslovenia; el ritmo actual es de 30.000 hectáreas por año. En el marco de su campaña de Responsabilidad compartida, basada en la premisa de que el problema de la droga es responsabilidad tanto de los productores como de los consumidores, las autoridades colombianas intentan que la ecológica Europa tome conciencia de este asunto.

LA FAUNA, LA FLORA Y EL AGUA
Como en el juego del gato persiguiendo al ratón, la ofensiva del Ejército y la policía solo consigue a veces que los colonos cultivadores se adentren más y más en el bosque para mantener su actividad; destruir la selva es lo que menos remordimientos les produce. Aunque campos de cultivo hay más o menos en todo el país, la principal frontera cocalera actualmente es la de la selva del Amazonas, en el sur. Tres hectáreas son taladas por cada una que al final se puede sembrar, y para que esa hectárea resulte rentable el campesino debe emplear 10 veces más productos agroquímicos que en cualquier otra superficie cultivable. La producción de un kilo de coca supone tirar 600 kilos de basura química a la selva y verter cerca de 200 litros de agua contaminada a los ríos. Los ríos del que suele considerarse el pulmón del planeta.

1 comentario:

Anónimo dijo...

supongo que serán metros cuadrados